Cuando llegamos al aeropuerto, vino un chico de la HIB a recogernos. Se llama David, como yo. El caso es que cogimos un taxi hasta la residencia donde estamos (Helse-Bergen). El taxista era un hombre muy peculiar 🙂

Durante todo el viaje no dejó de hablar con el estudiante que vino con nosotros. Eso no es lo peor:

• Mientras hablaba estaba gesticulando con las manos, así que como mucho en un momento dado tenía una sola mano en el volante. Y a menudo ninguna.
• El hombre no miraba hacia delante más que con el rabillo del ojo izquierdo, ya que nos estaba mirando al copiloto y a nosotros.
• Tenía un móvil con manos libres, integrado en el panel del coche, pero… le sonó un segundo móvil, lo sacó de no-se-donde, dijo un par de insultos en noruego, y lo volvió a guardar.
• En ningún momento pasó de 70kmh. En Noruega deben ser muy estrictos con los controles de velocidad, hay cámaras y radares por todos lados.

Así que en un momento estuvo con el movil secundario entre las manos, gesticulando, hablando en noruego con el copiloto (decía algo sobre las mujeres españolas, que no pude comprender), mirando hacia nosotros, y con un coche de frente. Y aún así mantenía la velocidad adecuada y no se empotró contra el de delante. Una proeza.

Una vez llegamos a la residencia, el viaje salía por casi 400 NK. Casi 50 euros. Por suerte el taxi lo paga la facultad, segun me dijo David, con lo que nos ahorramos el sablazo…